©Antonia Cerrato Martín-Romo. Con la tecnología de Blogger.

viernes, 21 de marzo de 2014

Entrega de Premios del Certamen Literario "Antonia Cerrato"

Otro año más y ya son 10, nos reuniremos en torno a las letras y la música, gracias a la Asociación Amigos de Santa Amalia y al Ayuntamiento de mi pueblo. Gracias por este reconocimiento que tanto nos llena de orgullo a mí y a mi familia.

viernes, 14 de marzo de 2014

4º Grito de Mujer en Badajoz

DE MAESTRAS Y ALUMNAS

Porque no sabíamos que era imposible, lo hicimos
(Anónimo)
Nos enseñaron en Geografía que la Tierra era redonda,
por ello siempre encontrábamos el rastro de las estrellas
que nos hablaban de otros destinos.

Nos dijeron que Pitágoras
anduvo enredado en teoremas
y que hasta la Música
tenía amoríos con las Matemáticas
por eso deducimos que las manos convergen en caricias
hallando nuestros vértices
para elevarnos hasta un más infinito,
en ese número mágico
que despejada la incógnita,
resulta que es el amor.

Aprendimos las palabras homónimas
que  en su grafía y en su doble sentido
se parecen tanto a las medias verdades,
tan cercanas a la mentira,
y nos acostumbraron  a leer
entre líneas,  el preciado incunable
que es el corazón humano.

De ese manual de urbanidad
donde el francés
se diluía en el café de sobremesa
entre las notas blancas de un piano,
se fueron descolgando los abanicos
y mostraron una Venus emergente
pintada con todos los peros de la vida:

así se nos llenó el alma de tritones
que pretendieron ahogarnos en una pecera
esos, a quienes les aterroriza el mar;

casi sirenas, descubrimos el rumbo de las mareas,
el costado frágil, pero las firmes cuadernas,
y sobre las aguas, izamos
las primorosas sábanas
que nos acercaron a otros puertos.

Ahí están nuestros cuadernos
donde un día, con letra apretada
quedamos constancias de godos con sus batallas
donde quisimos escribir hijo, o tal vez, libertad,
o no poner nada, por no emborrar las páginas.


Ahí están nuestras libretas
sobre nuevos pupitres, para que podamos
reescribir, gracias a tanta heroína anónima, o de renombre,
los pasajes menos placenteros
o borrar de una vez por todas
la soledumbre en este levantarnos de tanta  derrota

ahí estamos, con nuestras historias
de alumnas, maestras, siempre aprendizas,
siempre doctas, valientes,  luchadoras,
siempre,  por siempre y para siempre…  MUJERES.

ANTONIA CERRATO MARTÍN-ROMO

13 de Marzo de 2014

domingo, 9 de marzo de 2014

Comentario de Antonio Burillo en el Periódico Extremadura

Don Antonio Burillo me ha incluido como una de las grandes de la poesía extremeña, en el artículo de El Períodico Extremadura. Muchísimas gracias por dejarme estar con estos fenómenos de las letras, con estos "escritores de casa" como usted los llama.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/extremadura/antonio-burillo-escritores-casa-iii_791337.html

viernes, 7 de marzo de 2014

Poema de La encina

https://docs.google.com/file/d/0B0ntleNLYPKrSDZ1Wm50V2VNdnc/edit



Alguna vez fuimos
ramas desgajadas de la encina;
pasto para las llamas
de esa hoguera infungible
que es la traición.

Y aquellas cenizas
vendidas al aire,
pájaros muertos,
nidos destruidos,
descendieron hasta la tierra
para convertirse, sin saberlo,
en abono para la herida quercus.

Hay que redimirse en ese ciclo,
convertir en circunferencia
nuestras esquinas,
como la sombra de la madre árbol
al que se nos injerta
por el perdón.

Alguna vez fuimos
reos de tala y poda
pero todavía podemos dar bellotas
y hasta ser chaparros
en esa dehesa altiva
que hoy nos juzga.

Derramar la savia,
acoger la ceniza
para convertirnos algún día
en refugio y solaz
de aves y peregrinos cansados
que bendecirán, al fin,
nuestros nombres.
Antonia Cerrato Martín-Romo

jueves, 6 de marzo de 2014

Recital en El Casino

Alguna vez fuimos
ramas desgajadas de la encina;
pasto para las llamas
de esa hoguera infungible
que es la traición.

Y aquellas cenizas
vendidas al aire,
pájaros muertos,
nidos destruidos,
descendieron hasta la tierra
para convertirse, sin saberlo,
en abono para la herida quercus.

Hay que redimirse en ese ciclo,
convertir en circunferencia
nuestras esquinas,
como la sombra de la madre árbol
al que se nos injerta
por el perdón.

Alguna vez fuimos
reos de tala y poda
pero todavía podemos dar bellotas
y hasta ser chaparros
en esa dehesa altiva
que hoy nos juzga.

Derramar la savia,
acoger la ceniza
para convertirnos algún día
en refugio y solaz
de aves y peregrinos cansados
que bendecirán, al fin,
nuestros nombres.
Antonia Cerrato Martín-Romo